Unicorn Store se escocotó, y a continuación explico la lamentable caída.
Muchos pasan por la "maravillosa" etapa en la que se cuestionan si están haciendo lo que en realidad querían hacer. De hecho, yo estoy pasando por algo similar. Brie Larson, protagonista y directora de Unicorn Store, presenta dicho dilema a través de una millennial que fracasó en sus estudios de arte y se ve obligada a regresar a la casa de sus padres. Me voy a ahorrar los próximos pasos que toma, porque son obvios. En vez de la protagonista tener una epifanía o descubrir lo que en realidad quiere hacer, en esta narrativa, decidieron acudir a la fantasía. El descubrimiento de ese algo, que usualmente experimentan los personajes principales de este tipo de historias, fue sustituido por una representación del mayor deseo que alguien tiene cuando pequeño; cuando la imaginación no tiene límites y la fantasía reina los pensamientos. En el caso de la protagonista, su mayor deseo era tener un unicornio. Sin embargo, ese detalle no fue lo peor de la película.
Hey, no tengo nada en contra de la fantasía, de hecho, pienso que era una buena idea para la narrativa, pero no lo supieron hacer. La freaking película dura 1 hora y media, pero se sintió de 3 horas. Alargaron tanto el clímax de cuándo ella iba a recibir el unicornio, que lo que causaron fue que al espectador ya no le importara. La historia completa se movió como suero de brea. Además, hicieron la protagonista muy infantil, muy ingenua e inocente. Hello! La tipa ya es uno adulto, aunque sea una millennial, es una adulta.
En fin, no la vean. Mejor hagan un maratón del MCU, que por ahí viene Avengers: Endgame.
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